por Daniel Keyes

15 de Junio

El doctor Strauss ha venido a verme otra vez. No he querido abrirle la puerta y le he dicho que se marchara. Quiero estar solo. Me he convertido en una persona susceptible e irritable. Resulta difícil ahuyentarlas ideas de suicidio. No ceso de decirme a mí mismo cuán importante será este diario introspectivo.
Es una extraña sensación la de coger un libro que uno ha leído y gozado hace sólo unos meses y descubrir que no lo recuerda. Me acuerdo de la gran impresión que me produjo John Milton, pero cuando cogí El Paraíso Perdido no comprendí absolutamente nada. Me puse tan furioso, que tiré el libro al otro extremo de la habitación.
Trato de aferrarme desesperadamente a algunas de las cosas que he aprendido, ¡Oh, Dios mío! Que no lo pierda todo, te lo ruego...

No hay comentarios: