por Daniel Keyes

15 de Mayo

El doctor Strauss está furioso conmigo porque no he escrito ningún informe de progresos en dos semanas. Tiene mucha razón en quejarse, porque el laboratorio me paga ahora un salario de un modo regular. Le dije que estaba demasiado ocupado pensando y leyendo. Cuando le expliqué que el trabajo de escribir me resultaba muy pesado, debido a la mala letra que tengo, lo cual me hacía perder la paciencia, me sugirió que aprendiera a escribir a máquina. Ahora me resulta mucho más fácil escribir, ya que puedo mecanografiar casi setenta y cinco palabras por minuto. El doctor Strauss me recuerda continuamente la necesidad de hablar y de escribir de un modo sencillo, de modo que la gente pueda comprenderme.
Trataré de pasar revista a todas las cosas que me han ocurrido durante las últimas dos semanas. Algernon y yo fuimos presentados a la Sociedad Psicológica Norteamericana reunida en asamblea con la Sociedad Psicológica Mundial el pasado jueves. Producimos una verdadera sensación. El doctor Nemur y el doctor Strauss estaban muy orgullosos de nosotros.
Sospecho que el doctor Nemur, que tiene sesenta años —diez más que el doctor Strauss—, estima necesario comprobar los resultados tangibles de su trabajo. Indudablemente, el resultado de las presiones de mistress Nemur.
Contrariamente a mis primeras impresiones de él, me he dado cuenta de que el doctor Nemur no es un genio, ni mucho menos. Tiene un cerebro bastante bueno, pero está muy inseguro de sí mismo. Quiere que la gente le tome por un genio. En consecuencia, para él es muy importante saber que su trabajo es aceptado por el mundo. Creo que el doctor Nemur está impaciente porque teme que alguien pueda hacer algún descubrimiento en el mismo campo científico y esto le quite fama a él.
El doctor Strauss, en cambio, puede ser llamado un genio, aunque tengo la impresión de que sus zonas de conocimiento son demasiado limitadas. Fue educado en la tradición de la más estricta especialización; los aspectos más amplios de su propia especialidad fueron descuidados más de la cuenta... incluso tratándose de un neurocirujano.
Quedé asombrado al enterarme de que los únicos idiomas antiguos que podía leer eran latín, griego y hebreo, y que no sabe casi nada de matemáticas más allá de los niveles elementales del cálculo de variaciones. Cuando él mismo me confesó esto, casi me sentí enojado. Era como si hubiera estado ocultando aquella parte de sí mismo a fin de engañarme, fingiendo —como he descubierto que hace mucha gente— ser lo que no es. Ninguna de las personas que conozco es lo que parece ser en la superficie.
El doctor Nemur no parece encontrarse a gusto a mi lado. A veces, cuando trato de hablar con él, se limita a mirarme de un modo muy raro y da media vuelta, dejándome con la palabra en la boca. De momento, me puse furioso cuando el doctor Strauss me dijo que yo le estaba dando al doctor Nemur un complejo de inferioridad. Creía que se estaba burlando de mí, y soy muy susceptible al imaginar que puedan reírse a mi costa.
¿Cómo podía yo saber que un reputado psicoexperimentalista como Nemur no supiera una palabra de indostánico ni de chino? Es algo completamente absurdo, teniendo en cuenta los trabajos que se realizaban en la India y en China en aquella misma especialidad científica.
Le pregunté al doctor Strauss cómo podía refutar Nemur los ataques de Rahajamati a su método y a sus resultados, si Nemur no era capaz de leerlos primero, La extraña expresión del rostro del doctor Strauss sólo podía significar una de dos cosas. O bien que no quería decirle a Nemur lo que opinaban en la India de sus experimentos, o bien —y esto me preocupa— que el propio doctor Strauss lo ignoraba. Debo tener cuidado y hablar y escribir de un modo claro y sencillo de modo que la gente no se ría.

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