por Daniel Keyes

28 de Abril

No comprendo cómo no me había dado cuenta nunca de lo bonita que en realidad es Miss Kinnian. Tiene los ojos castaños, y sus sedosos cabellos, del mismo color, le llegan hasta los hombros. ¡Sólo tiene treinta y cuatro años! Creo que desde el primer momento yo había tenido la sensación de que era un genio inalcanzable... y muy, muy vieja. Ahora, cada vez que la veo me parece más joven y más encantadora.
Hemos cenado y hemos charlado largamente. Cuando me ha dicho que yo estaba avanzando con tanta rapidez que pronto la dejaría a ella atrás, me he echado a reír.
—Es verdad, Charlie. Eres ya mucho mejor lector que yo misma. Puedes leer una página entera de una sola ojeada, en tanto que yo sólo puedo captar unas cuantas líneas al mismo tiempo, Y tú recuerdas todo lo que lees. En cambio yo, con mucha suerte, sólo puedo recordar las ideas principales y el significado general de lo que he leído.
—Yo no me siento inteligente. Hay tantas cosas que no comprendo...
Miss Kinnian cogió un cigarrillo y yo le di fuego.
—No tienes motivos para quejarte, Charlie. En cuestión de días y de semanas estás obteniendo lo que a las personas normales les cuesta media vida adquirir. Esto es lo que hace tan sorprendente la cosa. Ahora eres como una esponja gigante que va absorbiendo cosas. Hechos, cifras, conocimientos generales. Y pronto empezarás a relacionarlas unas con otras. Verás cómo están conectadas las distintas ramas del conocimiento. Existen muchos niveles de cultura, Charlie, como peldaños de una gigantesca escalera que le lleva a una cada vez más arriba y más arriba para ver más y más el mundo que le rodea.
Yo sólo puedo ver un trocito de ese mundo, Charlie, y no llegaré mucho más arriba de lo que estoy ahora, pero tú subirás más y más alto, y verás más y más cosas, y cada peldaño te abrirá nuevos mundos que nunca habías imaginado que pudieron existir —frunció el ceño—. Espero... sólo espero que Dios:..
—¿Qué?
—No importa, Charlie. Sólo espero no haberme equivocado cuando te aconsejé que fueras el primero en dejarte operar.
Me eché a reír.
—Eso no es posible. La cosa ha salido bien, ¿no es cierto? Incluso Algernon sigue siendo listo.
Nos quedamos silenciosos un buen rato y yo sé lo qué ella estaba pensando mientras me miraba juguetear con la cadena de mi pata de conejo y mis llaves. No quiero pensar en aquella posibilidad, del mismo modo que la gente de edad madura no quiere pensar en la muerte. Yo sé que esto es sólo el comienzo. Sé lo que miss Kinnian había querido decir al hablar de los niveles de cultura, porque yo he visto ya algunos de ellos. La idea de dejarla a ella me entristecía.
Estoy enamorado de miss Kinnian.

No hay comentarios: